miércoles, 30 de mayo de 2018

Mientras no duermo


La luz de la pantalla es el único atisbo de cordura que existe en mi habitación.

Son las tantas de la mañana, y una vez más, mi cama es testigo de otra noche en la que Morfeo pasa de mi cara. La verdad es que nunca nos hemos llevado muy bien.
Cuando uno no puede dormir, se le recomienda esa gran estupidez conocida como "Cuenta ovejitas". Mi problema -problema que aquellos que no pueden dormir conocerán de sobra- es que me paro a contar demonios.

Son a ellos a quienes culpo por mi insomnio. Al fin y al cabo, los muy cabrones solo deciden asomarse cuando ha terminado el dia, cuando busco -desesperadamente- poder descansar.
Estos demonios tienen nombre y apellidos, y el claro objetivo de romper mi escasa paz.

Hoy le ha tocado el turno a uno de mis favoritos, el que empieza a nombrar todo lo que quiero ser, para al rato recordarme que no lo soy. El fantasma de aquello que pudo ser, y que nunca será. Siempre se rie cuando le digo que seré lo que yo quiera ser.
Luego está el demonio al que yo llamo "¿Qué estas haciendo con tu vida?". También le gusta visitarme de vez en cuando, y susurrarme al oido que he escogido mal mis estudios y que no hago más que perder el tiempo, entre otras muchas cosas.
Otro de mis favoritos -joder, al final se les coge cariño- es el que me recuerda lo que sí soy. Gracias a este pienso que me he convertido en todo aquello que una vez rechacé, e incluso odié.

Es curioso; pese a los muchos que son, todos tienen una cara que conozco muy bien: es la mía.

Pese a todo, es momento de volver a intentarlo. Tal vez ahora consiga conciliar el sueño. Tal vez ahora -satisfechos del trabajo bien hecho- decidan marcharse. Aunque se que mañana volveran.

Tal vez, no quiero deshacerme de ellos...