jueves, 21 de noviembre de 2019

Me pasa algo

Últimamente me pasa algo.

No sabría explicartelo bien. Muchas cosas siguen como siempre.
Me levanto cansado, sin ganas de hacer gran cosa.
Voy a la uni, y me paso allí el puto día entero. ¿Cuántas veces me he replanteado allí mi vida? No lo sé. Entre dos y doscientas mil, calculo.
Luego voy directo a entrenar (no me da tiempo ni a pasar por casa) y como es costumbre, intento darlo todo. Hoy me han inflado a hostias, pero como siempre, algo de eso me hace sentir bien.
He llegado muerto a casa, y he paseado a la perra. Al subir me pesaban tanto las piernas que me he sentado en el sofá, y sigo aqui atrapado.
Todavía tengo trabajos que hacer, debería ponerme ya. Después me iré a las tantas a la cama, sin saber muy bien que me mueve. Y cuando me acueste...

Me dormiré.

Y creo que eso es exactamente lo que ha cambiado. Ahora duermo. No es que no hayan demonios, creo que siempre los habrá.
Pero ahora duermen conmigo, espero que para nunca despertar.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Cuántas veces

Cuántas veces siendo víctima te han hecho sentir la peor de los verdugos

Cuántas pediste perdón, tratando de tapar con simples tiritas las heridas que te hicieron a corazón abierto

Cuántas veces morderás la misma manzana que te envenenó en su dia, esperando que esta vez sepa diferente

Cuántas harán falta para que vuelvas a creer mentiras, pésimos cuentos de hadas escritos por un penoso poeta

Cuántas veces vacias la botella, y sigue sin haber nada en su fondo

Cuántas veces te vaciaste tú, y vieron lo que esconde tu fondo, que con tanto esfuerzo tapaste

Cuántas veces crees que mueres por las noches, pero acabas resucitando con la luz del sol

¿Cuántas veces más podras con todo, antes de que todo pueda contigo?

Judas le dio un beso a Cristo, pero a ti te dieron cientos

domingo, 21 de julio de 2019

Esclavo de tu religión

Juré en mano tu biblia, ya que alguien como tú solo podia ser divino, perteneciente a este mundo solo en apariencia.
Como Moisés, rechacé los falsos ídolos, todas mis creencias, quemé los antiguos templos y dejé atrás cualquier religión que no te venerara a ti.
Al igual que Mahoma, me convertí en tu profeta y grité a los cuatros vientos, para mí y para el mundo, que la única verdad eras tú, llamando desgraciados a todos los que lo negaran.
Por el camino me perdí a mi mismo, cegado por ti, la octava y más bella de las maravillas. Pero cuando descubrí que incluso las mejores obras tienen grietas, ya estaba tan loco por ti como Van Gogh.
Comencé a negarte como Pedro, hui de ti como los judios de Egipto, me exilié al desierto como Cristo, para no caer en la tentación. De nada sirvió.
Te declaré la guerra creyéndome Roma, y al final ardí como ella.
Ahora, como en Pompeya, solo quedan las cenizas. Sigo esperando resurgir como el Fénix, volar lejos de tí como Ícaro, pero sigo muriendo todos los dias castigado, como Prometeo.
Juré en mano tu biblia... pero como Nietzsche, para mi, Dios ha muerto.

miércoles, 19 de junio de 2019

La boxeadora

Su cabeza se encontraba a escasos centímetros de impactar contra el lienzo.
Después de la lluvia de golpes que había aguantado, después de los muchos golpes que ella había dado, estaba a punto de dar a la lona el más amargo de los besos, el más odiado por las luchadoras.
Ni siquiera notó el golpe. Cuando has recibido tantos, pierdes toda sensibilidad.
Sin embargo sentía un gran dolor que nada tenía que ver con lo físico, y amenazaba con paralizarla por completo.
Nunca se le había dado bien aceptar la derrota. Su vida era el boxeo, lo había sacrificado todo por entrar en este mundo, y lo seguia sacrificando día a día.
No se trataba del esfuerzo, del cansancio o la dedicación (pues tenía de sobra):
su dolor provenía de lo que supone ser una mujer en un mundo de hombres.
Y este dolor, peor que el más fuerte y certero de los ganchos, se estaba haciendo con su mente.
Todo esto caviló la boxeadora en cuestión de milésimas, y el árbitro comenzo a contar.
Uno
(Cuando en el colegio la llamaban marimacho)
Dos
(Cuando se reían de ella por ser más grande que los chicos)
Tres
(Cuando su madre le decía que fuera más femenina)
Cuatro
(Cuando lo dejó todo por dedicarse a lo que amaba, pero nadie la apoyó)
Cinco
(Cuando tuvo que abandonar su casa, porque papá no aceptaría en su techo a una mujer que fuera capaz de tumbarle de un solo golpe)
Seis
(Cuando le advirtieron que cobraría menos que cualquier hombre)
Siete
(Cuando el hambre no le permitía dormir por las noches)
Ocho
(Cuando le demostró al entrenador y a todo el gimnasio que podía vencer a cualquiera)
Y el árbitro no contó más.
Como tirada por un resorte se colocó de nuevo en pie, volviendo loco al público.
No iba a dejarse ganar a estas alturas. Demostraría a la gente que gritaba desde las gradas quién era.
Su rival, maltrecha, no esperaba que volviera de entre los muertos, y menos con semejante ímpetu, cosa que aprovechó; un jab de izquierda y un gancho con su potente derecha pusieron fin al combate.
El árbitro no necesitó contar, era un KO de libro. Y ella no podía creerlo, lo había hecho; era su noche.
Se anunció su victoria, el colegiado agarró su brazo y lo alzó en el aire. Nunca había sido tan feliz.
Pero algo marchaba mal; el público no la quería más, comenzaron los abucheos y los pitidos. Pronto comprendió el por qué: querían el show principal, el combate estelar. Querían ver a los hombres.
La boxeadora se retiró a los vestuarios. Ya no sentía ni padecía. Se duchó, recogió su mochila y se largó del recinto.
Puede que hubiera ganado. Puede que no pasara hambre durante el próximo mes.
Pero pese a haber salido victoriosa, una lágrima (y solo una) resbaló por su mejilla.

Había ganado esta noche, pero siempre perdería en el mundo de los hombres.

domingo, 9 de junio de 2019

Quédate con todo

Quédate con todo.

Con los lugares que yo te mostré
Con el entorno que una vez fue el mío
Con la compañía que te di, dejándome a mi mismo de lado

Con lo que ya nunca será;
Con los celos
Con tu infinito odio
Con tu violencia
Con tu toxicidad
Con tu concepto de amor romántico
Con tu egoísmo, que ironicamente, solo sabes ver en los demás
Con tu versión, que siempre fue (y será) la única en la tierra
Quédate exclusivamente con lo malo, que es lo único que supiste (y sabes) ver

Quédate con todo, que es lo que siempre te di
Y quédate, en definitiva, con lo que fui...
Ya que ahora, sin ti, soy la mejor versión de mi.

viernes, 26 de abril de 2019

A 3000 kilómetros de casa

Estuve ante la Venus en París, pero me sentí estafado al ver que no eras tú.

Me planté ante el palacio de la reina en Londres, pero no entendí porqué no era a ti a quién coronaban.

Visité Pompeya, y me reí de las cenizas, por haber ardido en un calor que no era el tuyo.

Llegué a Roma, y puse en duda que hubiera sido un imperio, ya que a ti nunca te han conquistado.

En el santo sepulcro de Jerusalén me declaré apóstata, pues solo conozco tu religión y el tuyo es el templo más bello.

Y cuando llegué a casa grité desconsolado, pues descubrí que no existe un lugar al que llamar hogar sin ti.

domingo, 7 de abril de 2019

Los versos que ya nunca te escribiré

"Tienes que pensar en mi cuando escribas. Tengo que ser tu musa"

Cuando me dijiste estas palabras, no les di la importancia que merecian. Ya escribia antes de conocerte a ti, y en mi enorme narcisismo pensé que siempre sería así. Pero creo que me equivocaba.

Hace meses que ya no estas, y meses son los que he estado sin escribir. Ni una mísera línea. De hecho, me cuesta la vida escribir estas. Siempre he pensado que tenia algo roto dentro, y que eso me empujaba a escribir, a pasar las noches en vela, a no estar satisfecho con la vida y a estar listo para empezar una pelea a la primera de cambio.

Pero todo se ha ido contigo.

Soy un cuentacuentos mudo. Un Aquiles que no tiene herido el talón, Dorian Gray sin su retrato.

Me quemaste como a Roma después de haber levantado París en mi, y algo se ha perdido en el proceso. Me digo que ni siento ni padezco, y en parte es cierto.

Luego pienso en todo lo que ya nunca te escribiré, y vuelvo a sentirlo todo. Pero ¿Cómo voy a explicarlo?

Todo el mundo sabe que sin musa, no hay poeta...